1. Mezcla de nata y queso:

En un cazo grande, combina 500 g de nata para montar, 250 g de queso cremoso, 130 g de azúcar y 200 g de leche. Coloca el cazo a fuego medio y empieza a remover la mezcla de manera constante para que los ingredientes se integren bien. Es importante mantener la mezcla en movimiento para evitar que el queso se pegue al fondo del cazo.

2. Añadir la cuajada:

Cuando la mezcla esté homogénea y empiece a calentarse, añade 2 sobres de cuajada en polvo. La cuajada en polvo es el ingrediente clave para que la tarta adquiera una textura firme sin necesidad de usar gelatina. Sigue removiendo la mezcla hasta que comience a hervir. Es fundamental remover constantemente para evitar que se formen grumos o que la cuajada no se disuelva bien.

3. Hervir y retirar del fuego:

Una vez que la mezcla comience a hervir, mantenla en ebullición durante 2-3 minutos, sin dejar de remover. Esto permitirá que la cuajada actúe correctamente y la mezcla adquiera la consistencia deseada. Tras este tiempo, retira el cazo del fuego y deja que la mezcla se enfríe ligeramente durante unos minutos.

4. Preparar el molde:

Mientras la mezcla de queso se enfría un poco, prepara el molde donde colocarás la tarta. Vierte una capa uniforme de caramelo líquido en el fondo del molde. Si prefieres una base más crujiente, puedes colocar una capa de galletas María encima del caramelo. Presiona ligeramente las galletas sobre el caramelo para que queden bien adheridas.

5. Verter la mezcla:

Vierte la mezcla de queso y nata sobre el caramelo líquido (y las galletas, si las has utilizado). Asegúrate de hacerlo con cuidado para que la capa de caramelo no se mezcle demasiado con la mezcla de queso.

6. Enfriar y refrigerar:

Deja que la tarta repose a temperatura ambiente durante unos 30 minutos. Luego, colócala en el refrigerador y déjala enfriar durante al menos 4 horas, o hasta que esté completamente firme. Si es posible, déjala en el refrigerador durante toda la noche para obtener un mejor resultado.

7. Desmoldar:

Una vez que la tarta esté bien fría y firme, desmóldala con cuidado. Coloca un plato sobre el molde y dale la vuelta para que el caramelo quede en la parte superior de la tarta. Si es necesario, pasa un cuchillo por los bordes del molde para despegar la tarta antes de voltearla.