1. Preparar la maicena:

Antes de comenzar a cocinar, disuelve la cucharadita de maicena en 2 cucharadas de agua fría, mezclando bien para evitar grumos. Este paso es crucial para asegurarte de que la salsa espese de manera uniforme y sin grumos.

2. Calentar el jugo de naranja:

En una cacerola pequeña a fuego medio, vierte 250 ml de jugo de naranja natural recién exprimido. Añade 50 g de azúcar, ajustando la cantidad según tu preferencia de dulzor. Si deseas un sabor más fuerte y aromático, incorpora también 1 cucharada de ralladura de naranja. Remueve ocasionalmente para que el azúcar se disuelva bien en el jugo.

3. Añadir la mezcla de maicena:

Cuando el jugo de naranja esté caliente, pero sin llegar a hervir, añade la mezcla de maicena que preparaste previamente. Es importante que continúes removiendo constantemente para evitar que se formen grumos en la salsa. La maicena comenzará a espesar el jugo lentamente.

4. Cocinar la salsa:

Sigue revolviendo a fuego medio durante unos 3-5 minutos hasta que la salsa comience a espesarse. Notarás cómo adquiere una consistencia más densa, pero sigue siendo fluida. Si prefieres una salsa más espesa, puedes cocinarla un poco más, pero recuerda que espesará aún más al enfriarse.

5. Agregar mantequilla (opcional):

Si deseas una salsa más suave y brillante, añade 1 cucharadita de mantequilla justo cuando la salsa esté lista. Mezcla bien hasta que la mantequilla se derrita por completo e incorpore en la salsa, lo que le dará una textura sedosa y un brillo atractivo.

6. Enfriar y servir:

Deja que la salsa de naranja se enfríe a temperatura ambiente si la vas a utilizar como acompañamiento para postres fríos como helado o bizcocho. Si prefieres, también puedes servirla caliente para cubrir crepas o cualquier postre que requiera una cobertura tibia y reconfortante.